mensaje de frank joseph wolek al tribunal
SECUENCIA ANIMADA DE LOS HECHOS
En esta secuencia se muestra la distancia en la que está Chocobar cuando ingresa en el cuadro de la cámara de seguridad de la calle Suarez. Los peritos demostraron que los disparos, todos de rebote al piso, fueron efectuados a 7 ms. y, en ese momento, Chocobar estaba a más de 7 metros (a más de 11 ms). Además el video de la calle Suarez es importante por lo que se ve que ocurre, pero también por lo que se ve que no ocurre. No se ve deflagración alguna del arma de Chocobar, ni el polvo (nube pulvurulenta) que, necesariamente, producen los disparos al impactar contra el piso, por la fricción causado por proyectil. Tanto la deflagración como la nube pulvurulenta sí se observan en los videos de las pericias de disparos con el arma de Chocobar.
En los gráficos con las hipótesis 1 y 2 se demuestra la imposibilidad que Chocobar haya disparado en el momento en que Kukoc cae al suelo sobre la calle Suarez. Ya demostramos que ese video demuestra que allí no ocurrieron los disparos. Pero tampoco pudieron haber ocurrido si Chocobar hubiese disparado antes de entrar en el cuadro de la cámara de seguridad de la calle Suarez, porque:
1) Cómo contamos con un audio de los hechos obtenidos por un testigo con su celular, sabemos que solo hubo dos secuencias de disparos: los 3 al aire sobre la calle Irala, antes de la esquina con Suarez, y 4 en la intersección de Irala y Suarez. Fueron todos seguidos, con milésimas de segundos entre sí, y por lo tanto, fueron todos efectuados en el mismo lugar.
2) Por lo tanto, si hubiese disparado hacia Kukoc donde éste cayó, aún antes de que lo tomara la cámara de la calle Suarez, aún a varios metros antes (como 20 ms. antes), tampoco resultan posibles los disparos allí porque hay dos impactos que rebotaron contra la pared de la casa de la esquina de Irala y Suarez, uno a unos 90 cm de altura y el otro a 1,80, y jamás esos impactos podrían haber rebotado hacia atrás, y uno de ellos -además- girar sobre Irala para impactar en la ochava de la esquina.
3) Tampoco podría ser posible que Chocobar le dispare a Kukoc donde éste cayó, desde donde realmente estaba Chocobar: en la senda peatonal de Irala. Como los rebotes fueron a 7 mts, y aunque el ángulo posterior de elevación es impredecible, pero como siempre los disparos rebotados en el piso luego se elevan, tal como lo demostraron los peritos, entonces desde 7 mts de distancia de Chocobar al lugar donde cayó Kukoc, los proyectiles tendrían que haberse elevado a más de 10 mts. de altura y jamás podrían haberlo impactado en el flanco derecho de su cintura y en la pierna izquierda.
4) En el último gráfico demostramos cómo ocurrieron los hechos. Kukoc estaba desplazándose en la esquina de Suarez e Irala, sobre la senda peatonal de Suarez, Chocobar estaba sobre la senda peatonal de Irala. En ese lugar, Kukoc cambió la dirección de su carrera, giró y embistió contra Chocobar, a unos 6 o 7 ms. de distancia. En ese momento, temiendo que lo ataque -como antes vio que lo había hecho contra el turista apuñalándolo 12 veces-, Chocobar disparó para impedir su avance. Pese al temor natural del stress de enfrentamiento, mantuvo su postura de posición de disparo frente a un agresor a corta distancia (Postura Reglamentaria de Disparo Nro. 2) y disparó hacia abajo. Pese a que podría haberle disparado al cuerpo de Kukoc, disparó para abajo porque no quería matarlo. Pese a la descarga adrenalínica, la elevación de las pulsaciones y el temor, pudo mantener el temple decidiendo no matar a quién lo iba a matar. Si no hubiese disparado en ese momento, muy posible le hubiera ocurrido lo mismo que al pobre Oficial Juan Pablo Roldán, que esperó para disparar cuando ya tenía encima a su agresor y lo mató. Pero, pese a que tenía colocado un chaleco antibalas, el agresor también lo mató a él de una puñalada por el costado de su chaleco.
Documental con recreación de los hechos
Agradecemos a todo el equipo de la Empresa 25P Films y a sus directivos por la colaboración en la realización de este material fílmico. Director: Gabriel Pomeraniec, Productor: Andy Waisberg
Captura de pantalla del video de las cámaras de seguridad



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22 octubre, 2021
Mensaje de Frank Joseph Wolek antes del juicio del oficial Oscar Chocobar - En Español
Mensaje de Frank Joseph Wolek antes del juicio del oficial Oscar Chocobar - En Inglés
Texto del mensaje de Frank Joseph Wolek antes del juicio del oficial Oscar Chocobar
Hola, amigos argentinos:
Espero que todos estén lo mejor posible en esta época de pandemia.
Como algunos de ustedes saben tenía planeado volver a Buenos Aires en marzo, para saludar a viejos amigos, reencontrarme con las personas y lugares que conocí, revivir los hechos que me sucedieron y aportar lo que pudiera al juicio del oficial Oscar Chocobar. Por supuesto todo se canceló por el Covid. Ahora no se puede viajar internacionalmente ni regresar a la Argentina, pero confío que el Tribunal me permita testificar a distancia, y tengo ganas de hacerlo. Por ahora esto es lo que tengo para decir. En la famosa esquina que celebra el maravilloso barrio de La Boca, me desplomé y me despedí del mundo y mis seres queridos. Todos los días me acuerdo del horror y el miedo a morirme que latía por mis venas mientras corría con pánico por ese callejón. También me deleito con la gloria de haber sobrevivido, al despertar en el hospital días después, a salvo. Mientras yacía en la fría vereda de cemento esperando la muerte, un Oficial solitario, Oscar Chocobar, y algunos ciudadanos honrados de La Boca que habían presenciado mi ataque, rápidamente me auxiliaron, pidieron asistencia médica de emergencia y corrieron tras los asaltantes. Sin titubeos ni preocupación por su propia seguridad, inmediatamente entraron en acción. Hicieron lo correcto. Las personas maravillosas y dedicadas del Hospital Argerich sabían cuando llegué a emergencias que salvar mi vida era una posibilidad remota, una causa perdida, como me dijo mi querido amigo el Dr. Yamil Ponce. Una vez más, sin dudar ni preocuparse de que estaban perdiendo el tiempo, la energía y recursos preciados, se dedicaron a la lucha extenuante y me salvaron la vida. Hicieron lo correcto. Después de casi 3 años, mi vida continúa de manera positiva. Con alguna pesadilla ocasional, pero más a menudo con sueños agradables. Sin embargo, el pueblo argentino todavía está lidiando directamente con esta tragedia. Ahora, después del vaivén de las opiniones y estrategias políticas, la guerra en las redes sociales de lo que es prudente y justificado, y varias maniobras judiciales, parece que finalmente el juicio está cerca. No estoy seguro de por qué, pero me parece que la decisión de celebrar el juicio contra el oficial Chocobar simultáneamente con el del agresor es un atrevimiento. Se comparará a alguien que fue cómplice cuando acuchillaban en el pecho casi una docena de veces a una víctima inocente, con las acciones de un ciudadano dedicado, un Oficial de la Ley, que trató de detener a personas peligrosas. Tal vez es un intento absurdo de igualarlos ante los ojos de la sociedad, la cultura y la Ley, elevando al agresor y menospreciando al servidor público. Durante mi convalecencia en Buenos Aires todos los que conocí me trataron maravillosamente. La gente se disculpaba por lo que me había pasado y hacían todo lo posible para intentar enmendarlo. Estaban indignados por la crueldad del ataque y querían que yo supiera que Argentina es mucho más que eso: un lugar fascinante con una cultura que celebra la belleza de la vida. Casi a diario sigo recibiendo mensajes de gente que me quiere conocer y ser mi amigo. Sé que los argentinos entienden lo que está en juego y saben lo que está bien. Tengo la sincera esperanza de que los jueces del Tribunal Oral, que también son ciudadanos argentinos preocupados, con dedicación a servir al gran pueblo argentino, harán lo correcto. Por último, quiero ofrecer mi más sentido pésame a la familia del oficial Juan Pablo Roldán. Su historia me recuerda poderosamente a la mía. Sé que sus últimos momentos fueron horribles, pero también sé que murió con valentía. Al igual que el Oficial Chocobar, fue de gran valor para la gente de Buenos Aires y toda Argentina. Gracias por todo, Argentina. Espero con ansias el día en que pueda visitarlos una vez más en paz y armonía.
Como algunos de ustedes saben tenía planeado volver a Buenos Aires en marzo, para saludar a viejos amigos, reencontrarme con las personas y lugares que conocí, revivir los hechos que me sucedieron y aportar lo que pudiera al juicio del oficial Oscar Chocobar. Por supuesto todo se canceló por el Covid. Ahora no se puede viajar internacionalmente ni regresar a la Argentina, pero confío que el Tribunal me permita testificar a distancia, y tengo ganas de hacerlo. Por ahora esto es lo que tengo para decir. En la famosa esquina que celebra el maravilloso barrio de La Boca, me desplomé y me despedí del mundo y mis seres queridos. Todos los días me acuerdo del horror y el miedo a morirme que latía por mis venas mientras corría con pánico por ese callejón. También me deleito con la gloria de haber sobrevivido, al despertar en el hospital días después, a salvo. Mientras yacía en la fría vereda de cemento esperando la muerte, un Oficial solitario, Oscar Chocobar, y algunos ciudadanos honrados de La Boca que habían presenciado mi ataque, rápidamente me auxiliaron, pidieron asistencia médica de emergencia y corrieron tras los asaltantes. Sin titubeos ni preocupación por su propia seguridad, inmediatamente entraron en acción. Hicieron lo correcto. Las personas maravillosas y dedicadas del Hospital Argerich sabían cuando llegué a emergencias que salvar mi vida era una posibilidad remota, una causa perdida, como me dijo mi querido amigo el Dr. Yamil Ponce. Una vez más, sin dudar ni preocuparse de que estaban perdiendo el tiempo, la energía y recursos preciados, se dedicaron a la lucha extenuante y me salvaron la vida. Hicieron lo correcto. Después de casi 3 años, mi vida continúa de manera positiva. Con alguna pesadilla ocasional, pero más a menudo con sueños agradables. Sin embargo, el pueblo argentino todavía está lidiando directamente con esta tragedia. Ahora, después del vaivén de las opiniones y estrategias políticas, la guerra en las redes sociales de lo que es prudente y justificado, y varias maniobras judiciales, parece que finalmente el juicio está cerca. No estoy seguro de por qué, pero me parece que la decisión de celebrar el juicio contra el oficial Chocobar simultáneamente con el del agresor es un atrevimiento. Se comparará a alguien que fue cómplice cuando acuchillaban en el pecho casi una docena de veces a una víctima inocente, con las acciones de un ciudadano dedicado, un Oficial de la Ley, que trató de detener a personas peligrosas. Tal vez es un intento absurdo de igualarlos ante los ojos de la sociedad, la cultura y la Ley, elevando al agresor y menospreciando al servidor público. Durante mi convalecencia en Buenos Aires todos los que conocí me trataron maravillosamente. La gente se disculpaba por lo que me había pasado y hacían todo lo posible para intentar enmendarlo. Estaban indignados por la crueldad del ataque y querían que yo supiera que Argentina es mucho más que eso: un lugar fascinante con una cultura que celebra la belleza de la vida. Casi a diario sigo recibiendo mensajes de gente que me quiere conocer y ser mi amigo. Sé que los argentinos entienden lo que está en juego y saben lo que está bien. Tengo la sincera esperanza de que los jueces del Tribunal Oral, que también son ciudadanos argentinos preocupados, con dedicación a servir al gran pueblo argentino, harán lo correcto. Por último, quiero ofrecer mi más sentido pésame a la familia del oficial Juan Pablo Roldán. Su historia me recuerda poderosamente a la mía. Sé que sus últimos momentos fueron horribles, pero también sé que murió con valentía. Al igual que el Oficial Chocobar, fue de gran valor para la gente de Buenos Aires y toda Argentina. Gracias por todo, Argentina. Espero con ansias el día en que pueda visitarlos una vez más en paz y armonía.

Joseph Wolek